No debería contar uno nunca nada.
Se repetía una y otra vez en mi cabeza esa frase, no podía
sacarla de allí, sentado en mi cama, con mi rostro entre las manos, trataba de
entender que acababa de suceder, todo era muy confuso, en ese momento todo era
borroso y vago en mi mente, todo era dolor y sentimientos mezclados, no podía
evitarlo, lo quería y lo necesitaba, mi cuerpo lo pedía, sentía el peso de los
años sobre mis hombros, había hecho tanto mal a las personas, que no me quedaba
mas que sentarme en un rincón oscuro a pesar en ello, en sus rostros, en sus
ojos vulnerables y su voz rota, era un monstruo, lo sabia en ese momento, nunca
debí haber aceptado esa propuesta, nunca debí contarle lo que sucedió, menos
como me sentía o lo que deseaba hacer en ese momento, mis pensamientos eran abstractos,
me mostraban toda clase de imágenes y escenarios que horrorizarian a
cualquiera, pero no a mi...ya no, ya no sentía miedo, ni temor a lo que mis
actos me conllevarían, ella me había hecho esto, ella me había traicionado,
recordé cuando la conocí, como su suave voz y su timidez me cautivaron, pero
todo era un maldito teatro para ella, una maldita partida mas en su vida, solo
una ilusión mas, que le daba a ella?, si solo debía llegar, montarme toda una
película y elevarme en una nube de sentimientos combinados, para luego dejarme
caer hasta chocarme bruscamente con el suelo, todos mis sentimientos se fueron
a la basura, recuerdo como tiempo después llego a mí, pidiéndome cosas,
exigiendo sentimientos que sabia yo, nunca tuvo ella, y no pude evitarlo, no
pude contener que el dolor y el enojo saliera, momento después reaccione, no
podía creer lo que había hecho, en ese momento, en mi cuarto, con mi rostro
entre las manos, lágrimas en mis mejillas, y un profundo sentimiento de
culpabilidad en mi corazón lo recordé, había perdido por completo la razón,
toda pizca de humanidad se fue de mi y recuerdo perfectamente la siguiente
escena, sangre en mis manos y un cadáver en mi cuarto, ¿que he hecho? Me
repetía mentalmente, mi cerebro maquinó imágenes dejándome en trance por unos
cuantos días, pero lo peor vino después, ese profundo sentimiento de agonía, de
miedo, de dolor, todo me lleno de golpe abrumandome profundamente, recuerdo lo
que vino después, sirenas y luces de colores, me sentía bien, como cuando un drogadicto
consumía, o un suicida lograba su cometido, se sentía bien ver esa sangre, ese
cadáver, recuerdo los oficiales esposandome y leyendo mis derechos, todo
parecía una escena sacada de una película de mala muerte, y es que, como
llegamos ahí? Todo comenzó por un estúpido hola, luego, le estaba contando
todos mis miedos, mis mañas, mis costumbres, secretos que nadie mas sabia,
llego a conocerme mas que yo mismo, y ella solo había traicionado eso, y ahora,
allí, sentado en mi cuarto, con el rostro entre las manos, lágrimas en mis
mejillas y cortes profundos en mis muñecas que llenaban mi ropa y extremidades
de sangre, lo entendí...
Este era el paso que necesitaba, toda esta escena, que
conllevaba años de dolor, de penas, de ser juzgado, todo termino como comenzó
esta locura: sangre en mis manos y un cadáver en el suelo de la celda, solo que
esta vez, era yo.
Y en ese momento todo termino, esos sentimientos de culpa,
de dolor, de miedo, de agonía, de odio... Todo se desvaneció a medida que mi
cuerpo perdía sangre y por ende fuerzas, mientras me tendía en aquella diminuta
cama de la cárcel, mirando las rallas que había tallado tiempo atrás en la cama
superior, mi mente vago por viejos recuerdos, mi madre... Como la había
decepcionado, se que la he lastimado, lo vi cuando la llamaron a decirle mi
horroroso crimen, no podía creer que su bebe fuera así, me disculpe con todos
por el dolor causado, solo quería cerrar los ojos y descansar de una vez, solo
quería que todo ese dolor parara, que mis sentimientos dejaran de hundirme y
que, por un momento, sentirme humano de nuevo, y no un monstruo, que había
dejado un cadáver sobre una alfombra y que había sido arrestado sonriendo por
su crimen, allí, en aquella litera, con los brazos extendidos, mi mente vagando
y mi cabeza dando vueltas, comprendí que cada uno tiene un destino diferente,
que cada quien hace su futuro, y es que no debería uno contar nunca nada,
porque, sus consecuencias podrían ser fatales.
Y supe, que aunque mi delito fuera atroz, me iría con calma,
porque al final, solo podía decir "no supiste controlar la monstruosa
tormenta que tu causaste, y has sido arrastrada con ella", mis ojos se
cerraron, mi cuerpo dreno cada gota de sangre y por fin, pude descansar.
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